Hoy podemos observar que nuestros países presentan altos índices de corrupción[1] y es cada vez más difícil combatirla.
La corrupción es como ese vecino que lleva años viviendo en frente de tu casa, pero que tratamos de evitar para proteger a nuestras familias de posibles daños o agresiones, y no sabemos cómo hacer para que se vaya. A su vez el legaltech, es como el vecino nuevo, lo juzgamos de inmediato por sus ideas innovadoras e incluso disruptivas, hasta que lo conocemos y queremos que sea nuestro mejor amigo.
En este vecindario, el vecino nuevo “legaltech” despierta en el vecino desagradable “corrupción” una profunda incomodidad, cuya reacción es crear pánico colectivo para no perder el control de la comunidad que tanto tiempo ha venido vulnerando, generando así, más inseguridad, incertidumbre y desesperanza, pero que podría terminar con un final feliz si todos pusiéramos de nuestra parte y nos involucráramos.
Lo que vemos personificado en un vecindario en los párrafos anteriores, es lo que ocurre con la corrupción. Hemos tomado la actitud del mal menor, creyendo que “más vale diablo conocido que diablo por conocer”, toda vez que hacemos caso omiso a los distintos mecanismos que utilizan algunas personas dentro de las instituciones públicas y privadas para verse beneficiados, ya que al menos sabemos que llegan hasta un “límite” y cualquier otro podría ser peor. Esto podría cambiar, por lo menos desde mi punto de vista.
Tenemos una gran oportunidad de eliminar la corrupción, sin violencia y por medio de la innovación legal. El último tiempo han aparecido innovadores mecanismos que velan por la transparencia y certeza jurídica en las relaciones humanas, como son por ejemplo los contratos inteligentes (Smart contract)[2], en que el sistema hace cumplir y ejecuta las obligaciones prometidas en el contrato, sin necesidad de recurrir a mediadores o tribunales.
Ideas como la mencionada, utiliza una tecnología llamada “Blockchain”, cuya importancia es la eliminación de intermediarios, el consenso y el almacenamiento de la información en “una cadena de bloques”, pasando a ser inmutable y permanente. Con este antecedente y volviendo al ejemplo del vecindario, significa que cada uno de los vecinos maneja la misma información y todos tienen acceso a ella, lo que hace difícil que el vecino no deseado pueda manipularlos a todos.
Hoy en día, nuestros gobiernos e instituciones se han convertido en ese vecino que no nos da confianza y que nos quita la calma, toda vez que la falta de transparencia en sus procesos, llevan a favorecer a unos pocos y perjudicar a muchos. El legaltech sería una oportunidad para poder conseguir una mejor utilización de recursos tanto humanos como económicos.
Si permitimos mezclar tecnología e innovación legal, podríamos lograr que el bien común sea una realidad y no una ficción. El legaltech nos permitiría, como en ejemplos anteriormente señalados, dar certeza a las fechas acordadas, al contenido estipulado y a los acuerdos logrados, reduciendo en parte aquellas formas de corrupción como el uso de información privilegiada, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes y la malversación, entre otras muchas que podemos encontrar en las relaciones humanas debido al incumplimiento de la palabra empeñada.
Como abogadas y abogados, tenemos la responsabilidad de ser un aporte real a la sociedad, entregándoles las herramientas para que entiendan la importancia de los derechos y deberes que les corresponden y así poder facilitar el acceso a la justicia, evitando que los privilegios mal utilizados sigan contaminándonos.
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[1] https://www.cesla.com/pdfs/Informe-de-corrupcion-en-Latinoamerica.pdf
[2] Revisar https://ethereum.org/en/developers/docs/smart-contracts/ para saber más.